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viernes, 14 de septiembre de 2012


TÍO(S)  ABUELO(S)

No sabía bien cómo se denominaba al hermano del abuelo de su marido. No conocía el nombre de ese lazo de consanguinidad. Tío abuelo, creía. En eso iba pensando mientras caminaba con paso rápido hacia el tanatorio, adonde llegaba tarde. Antes de abrir la puerta, echó un vistazo a la foto de la esquela, porque además de ser una pésima fisonomista, apenas había coincidido con él unas cuantas veces, y quería ponerle cara. Ya dentro, sin reparar en la gente que se concentraba en la sala de espera, pasó al cuarto en el que estaban su marido y su  familia. Una vez hubo recuperado un poco el aliento, fue saludando a los presentes. Después echó una ojeada hacia afuera y cuando sus ojos llegaron a la altura del anciano sentado en silla de ruedas, sintió un escalofrío que le recorrió toda la espalda. Se quedó paralizada, confundida y miró con un gesto  de incredulidad a su marido. Éste, que la había estado observando y que intuyó, al seguir la línea de su mirada lo que le ocurría, le dedicó una sonrisa tranquilizadora, se acercó a ella y  en un susurro le preguntó:
-¿Cuántos hermanos crees que tenía mi abuelo?
Ella, todavía un poco asustada pero cayendo en la cuenta de lo que podía estar pasando respondió:
 -“Espero que dos”

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