Bloglovin

domingo, 26 de mayo de 2013

LA BICICLETA


Llegabas cada día con tu bicicleta y tus botas de agua llenas de barro. Aparcabas junto a la fuente, te apoyabas en ella y comenzabas a limpiarte con cuidado los dos pies. Lo hacías sin prisa, prestando completa atención a tu tarea, desentendiéndote del resto de cosas que transcurrían a tu alrededor. Te veía repetir el mismo ritual a diario,  a la misma hora. Primero el pie izquierdo, el que menos te costaba levantar. Después el derecho, con el que parecías un poco más torpe. Apenas podías agacharte, así es que mantenías el grifo abierto durante un buen rato hasta que lograbas quitar cualquier rastro de suciedad.  Una vez que habías terminado, sacudías despacio las gotas que quedaban y entonces recogías la bici, acomodabas las verduras en  la caja trasera y reemprendías despacito la marcha.
 Cuando te perdía de vista desde mi ventana, yo intentaba completar tu recorrido. Me inventaba distintos caminos y rutas, pero, como punto final, siempre te imaginaba llegando a casa a comer y a tu mujer preguntándote, nada más entrar por la puerta,  si llevabas  las botas limpias mientras tú respondías, con una gran sonrisa de satisfacción, que por supuesto.

Ahora hace varias semanas que no te veo. Desde que se estropeó la fuente. El agua lleva ya días manando de nuevo pero tú no has vuelto a aparecer.