PULGARES
Cuando éramos pequeños, Raúl era
uno de nuestros blancos de burlas por sus dedos gordos de las manos. Su última
falange era tan ancha que apenas tenía uña y su forma nos causaba la risa. Nos
inventábamos motes de todo tipo, como “dedochups” (resultado de unir dedo y
chupachups), “dedotete” (de dedo y
chupete) o “dedozón” (una particular derivación de cabezón). Además, le
hacíamos rabiar con cosas como despedirnos de él levantando ese dedo hacia
arriba, preguntarle si quería hacer una guerra de pulgares o decirle que seguro
que sus manoplas las tenían que hacer a medida.
Me he acordado de todo esto porque
hoy he visto a Raúl en el telediario. Se ha convertido en el campeón mundial en
una Campus Party Mundial celebrada en Nueva York y ha entrado en el libro
Guinness de los récords tras conseguir la mejor puntuación de la historia en un
evento de estas características. Raúl salía sonriente, con un joystick en la
mano y mostrando a todo el país sus dedos, a los que, decía, debía todo su
éxito. He recordado que cuando le insultábamos, él se defendía diciendo que era
cosa de la evolución y que lo que creíamos que era una malformación era en
realidad un avance físico. En aquellos tiempos, con apenas 11 años, aquello que
Raúl nos comentaba nos resultaba un cuento chino y todavía nos mofábamos más de
él.
Cuando he terminado de ver la
noticia me he metido en google para investigar sobre los dedos gordos como los
de Raúl y he leído varios artículos científicos en los que, efectivamente, se indicaba que las personas con esa singularidad estaban más adelantadas físicamente y que todos los pulgares irán adquiriendo esa forma en futuras
generaciones debido al uso de las nuevas tecnologías.
Al leer esto he querido comprobar
también si tener una nariz más grande de lo habitual es algún tipo de signo de
desarrollo pero no he encontrado nada. Menos mal que me empezó a crecer después
del colegio, pensaba aliviado mientras cerraba el ordenador…