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lunes, 28 de enero de 2013

MASTARD 

Se llama Larisa Grachova pero su alter ego artístico es MastarD.
Creatividad, modernidad y estilo personal se reúnen en torno a la figura de esta joven ucraniana afincada desde hace varios años en nuestro país.

La conocí primero personalmente y luego me sorprendió, muy gratamente (también), como artista.  
Es muy observadora, inteligente y aprende rápido. Su extenso y profundo conocimiento del arte internacional  en sus diversas expresiones (literatura, música, pintura, cine...) ha influido en su forma de vivir, de pensar y, por supuesto, de crear.

Una de sus obras más recientes y, desde mi punto de vista, más sorprendentes (hasta el momento) es el trabajo mural que ha realizado en el exterior del madrileño Club Demodé:








Otras de sus facetas más interesantes es la de diseñadora de complementos de moda:






Puedes descubrir con más detalles del particular y sorprendente mundo de MastarD en:



miércoles, 23 de enero de 2013


OSADÍA

Reunió todo su valor y finalmente se atrevió a apagarlo justo antes de acostarse. Al principio tardó en conciliar el sueño imaginando catástrofes de todo tipo debido a su decisión. Pero al rato se durmió y ya no abrió los ojos hasta la mañana siguiente. Lo primero que hizo fue mirar a su alrededor y descubrir que, para su alivio, todo parecía seguir igual. Lo segundo, inmediatamente, fue encenderlo. Entonces corroboró de manera definitiva que la vida continuaba a pesar de los dos mensajes, cinco whatsapp y veinte correos sin leer.

sábado, 19 de enero de 2013


VIDA



Cuando te vimos en tu primera fotografía, tenías la forma de una pequeña alubia y así lo comentamos la ginecóloga, tu padre y yo. Por ese motivo me acordé de un experimento sobre germinación que nos mandaron en el colegio, cuando yo tendría unos ocho años. Nos hicieron llevar una legumbre, envuelta en un algodón mojado dentro de un bote de cristal. Nuestra tarea era hacernos cargo de esa semilla durante todo su proceso de crecimiento. A mí aquella experiencia me marcó. En primer lugar, me parecía extraordinario que, sin apenas hacer nada, sólo proporcionándole un poco de agua y sol, le brotaran de manera espontánea una delgadas ramitas de color verde. Me parecía increíble que aquello surgiera de una legumbre pequeña, seca y, en principio, tan insignificante.
Cada día, en cuanto me levantaba, iba corriendo a la ventana para descubrir los nuevos progresos. Le cambiaba el agua cuando el algodón empezaba a oscurecer o a desprender mal olor, la metía dentro de casa cuando hacía mal tiempo y disfrutaba de cómo iba evolucionando cada jornada. Incluso le puse un nombre. De chica, porque era una alubia. La llamé Vida.
Otra de las cosas por las que esa tarea escolar me marcó fue porque era la primera vez que sentía el peso de la responsabilidad. Hasta ese momento creo que nunca me había planteado tener que cuidar de algo, y la sensación de que dependieran de mí me resultó gratificante pero también difícil. Sobre todo cuando Vida parecía no crecer bien o se ponía un poco mustia, porque en esos momentos me ponía nerviosa y me preocupaba no saber cómo ayudarla.
Al final, al cabo de una semana, la legumbre concluía su proceso de germinación en el bote y entonces la llevábamos de vuelta al colegio para dársela a la profesora, quien nos contaba que las trasladaban a un huerto para que siguieran creciendo…

Desde aquella primera foto han pasado nueve meses. Ahora pesas más de tres kilos y, desde luego, ya no tienes forma de legumbre. Tú también has llegado al final de una etapa y apenas nos quedan unos días, quizá horas, para conocerte y darte la bienvenida a tu nueva Vida, Lucas.

miércoles, 16 de enero de 2013


EN EL MISMO PUNTO

Es su sueño reincidente. Camina de día por un muelle, parecido al que realmente existe en la ciudad de sus abuelos aunque no igual, no sabe explicar exactamente por qué.  Todo le resulta aparentemente normal pero hay  pequeños detalles en el paisaje que no le encajan como de costumbre. Reina un silencio inquietante, denso, que apenas le deja respirar con normalidad y cuando mira a su alrededor se da cuenta de que está sola. Sigue andando y al llegar a una de las las pasarelas que sirven de embarcadero, de repente gira a la derecha y su paso se acelera, de manera descontrolada, como si alguien manejara desde fuera sus movimientos. En unos segundos se precipita al mar y se ve  atrapada en unas aguas negras, frías y extrañas que la arrastran hacia abajo. En plena  desesperada lucha contra la violenta corriente, se despierta. Siempre en el mismo punto. Completamente empapada. “Es sudor”,  “es sudor”, se repite una y otra vez hasta que termina por creerlo.


lunes, 14 de enero de 2013


MALA CONCIENCIA

Esa noche se tomó dos píldoras anti-culpabilidad y pudo descansar a pierna suelta.




ALONDRA BENTLEY

Música folk y pedagogía

Navegando por el universo de esta joven de origen británico me he encontrado con temas íntimos, divertidos y, desde mi punto de vista, cautivadores. No dejo de escucharla!


Empiezo con uno de los temas de su tercer disco, "The Garden room"Don´t Worry daddy
para que te hagas una idea de por dónde va su sonido

Además de que su música me ha enganchado, he descubierto que Alondra sacó el año pasado un trabajo destinado al público infantil "Alondra Bentley sings for children, it´s holidays", imagino que fruto de su intensa actividad pedagógica con niños. En este sentido cabe destacar su taller bilingüe que desarrolla en la tienda Baby Nest del Barrio de Malasaña de MadridBaby Nest




*Puedes encontrar más información sobre esta artista es su Blog




miércoles, 2 de enero de 2013


EN SUS ZAPATOS


Ese lunes, Adriana se sintió más triste que de costumbre.  Cuando llegó a casa después de trabajar hizo balance de la jornada y esa fue su conclusión. No era una pena absoluta ni un sentimiento demasiado intenso, más bien era una suerte de desazón constante, como si se le hubiera pegado a la piel formando una capa impermeable, que no dejaba pasar otro afecto. No había pasado nada especial para que le agarrara esa lástima, pensó. Se quitó los zapatos e inmediatamente se encontró mejor. Como había sido un día muy duro, enseguida se quedó dormida. A la mañana siguiente se despertó tranquila, descansada, pero en cuanto se vistió, volvió a invadirle la misma nostalgia. Pensó  en no prestarle demasiada atención y siguió con su rutina. Desayunó café, un par de tostadas y se fue al gimnasio antes de entrar a trabajar. Cuando terminó de hacer deporte, se dio una ducha y mientras preparaba sus cosas para vestirse, descubrió que, justo enfrente de sus zapatos había unos iguales, del mismo color y talla. Se quedó mirándolos un rato y se dio cuenta de que los suyos eran los otros porque  uno de ellos tenía un pequeño agujero en el talón. Pensó  que su compañera de vestuario se habría equivocado el día anterior debido a su parecido y los cambió rápidamente, para no tener que dar explicaciones. La chica llegó enseguida, se sentó  en el banco y después de secarse comenzó a ponerse la ropa. Se calzaron los zapatos casi a la vez y, cuando se estaban atando los cordones, sus miradas se cruzaron un momento. Adriana intuyó en los otros ojos esa sensación que la había acompañado a ella durante las últimas horas y cuando se puso de pie, descubrió al instante que se sentía mucho mejor