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sábado, 19 de enero de 2013


VIDA



Cuando te vimos en tu primera fotografía, tenías la forma de una pequeña alubia y así lo comentamos la ginecóloga, tu padre y yo. Por ese motivo me acordé de un experimento sobre germinación que nos mandaron en el colegio, cuando yo tendría unos ocho años. Nos hicieron llevar una legumbre, envuelta en un algodón mojado dentro de un bote de cristal. Nuestra tarea era hacernos cargo de esa semilla durante todo su proceso de crecimiento. A mí aquella experiencia me marcó. En primer lugar, me parecía extraordinario que, sin apenas hacer nada, sólo proporcionándole un poco de agua y sol, le brotaran de manera espontánea una delgadas ramitas de color verde. Me parecía increíble que aquello surgiera de una legumbre pequeña, seca y, en principio, tan insignificante.
Cada día, en cuanto me levantaba, iba corriendo a la ventana para descubrir los nuevos progresos. Le cambiaba el agua cuando el algodón empezaba a oscurecer o a desprender mal olor, la metía dentro de casa cuando hacía mal tiempo y disfrutaba de cómo iba evolucionando cada jornada. Incluso le puse un nombre. De chica, porque era una alubia. La llamé Vida.
Otra de las cosas por las que esa tarea escolar me marcó fue porque era la primera vez que sentía el peso de la responsabilidad. Hasta ese momento creo que nunca me había planteado tener que cuidar de algo, y la sensación de que dependieran de mí me resultó gratificante pero también difícil. Sobre todo cuando Vida parecía no crecer bien o se ponía un poco mustia, porque en esos momentos me ponía nerviosa y me preocupaba no saber cómo ayudarla.
Al final, al cabo de una semana, la legumbre concluía su proceso de germinación en el bote y entonces la llevábamos de vuelta al colegio para dársela a la profesora, quien nos contaba que las trasladaban a un huerto para que siguieran creciendo…

Desde aquella primera foto han pasado nueve meses. Ahora pesas más de tres kilos y, desde luego, ya no tienes forma de legumbre. Tú también has llegado al final de una etapa y apenas nos quedan unos días, quizá horas, para conocerte y darte la bienvenida a tu nueva Vida, Lucas.

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