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EN EL ANDÉN

Al bajar del tren te he visto. Iba paseando por el andén hacia las escaleras y cuando pasaba por el  último de los vagones me he parado a buscar el teléfono dentro del bolso. Mientras lo sacaba he mirado hacia dentro del tren y entonces te he reconocido. La primera vez después de casi un año. Estabas sentado, de espaldas, con la cabeza un  poco ladeada a la derecha, y como tú no podías verme, he aprovechado los segundos antes de que el AVE reanudara la marcha para observarte plenamente.

Justo esta mañana he pensado un rato en ti. A veces todavía me pasa. Y hoy me he dado cuenta de que tu recuerdo ya no era tan nítido como en otras ocasiones.  He notado que me costaba imaginarte con detalle y sentía que me iba inventando rasgos de ti. Entonces me he puesto a buscar alguna foto tuya, pero he descubierto que las había ido rompiendo todas y que ya no me quedaba ninguna.

Ahora, mientras te miro, confirmo que la imagen que guardaba de ti era otra. Tienes menos pelo del que pensaba, tu nariz me ha  resultado demasiado grande y tus ojos demasiado pequeños.  Me has parecido incluso menos corpulento, como si te hubieras ido encogiendo con el paso de los meses. Con el móvil  ya en la mano, he logrado sacarte una fotografía justo antes de que el tren comenzara a moverse.